En octubre “me pasó algo” que no le deseo a nadie.
Estuve practicando una presentación importante hasta medianoche, me dormí y al rato me levanté con una sensación extraña.
Era como un sueño en el que se movía la cama.
Pero a los pocos segundos empezaron a abrirse los cajones de la mesada y comprendí…
¡No era un sueño! Estaba en medio de un temblor (por primera vez en mi vida).
En milésimas de segundo caí en cuenta que el movimiento no era de la cama, era DEL EDIFICIO.
Estaba en un piso 11 así que el movimiento pendular se sentía… y fuerte.
Salí corriendo y en la puerta me di cuenta que iba a bajar en calzoncillos, agarré un short y me lo puse mientras bajaba las escaleras.
Me temblaban las piernas por la adrenalina.
Por dentro me repetía solo una cosa: “respira hondo”. Aún cuando me di cuenta de que si realmente se ponía feo el temblor no iba a llegar a la salida.
Así fue la noche previa a mi primer presentación como speaker en una conferencia internacional.
Podríamos decir que el inicio no fue muy auspicioso, ¿cierto?
Muchas veces las cosas no salen como pensábamos. Otras veces directamente salen de una manera impredecible.
Hoy quiero compartirte cómo, entendiendo los ciclos del negocio personal, puedes gestionar tus emociones, el negocio y las relaciones sin enloquecer.
Te presento las 4 fases del negocio personal:
EXPLORACIÓN – INTENSIDAD – CONSTANCIA – MUERTE
Este framework no lo inventé yo, los primeros 3 los aprendí de Dan Koe (que a su vez lo aprendió de Marcus Buckingham). Te comparto estos referentes porque si es un tema que resuena contigo, puedes ir más hondo a través de ellos.
El cuarto punto del ciclo sí es marca registrada mía. Quizá te sorprenda… creo que todo lo que siempre comparto está alineado a lo orgánico, el crecimiento y lo positivo y la idea de que “muerte” sea una fase importantísima puede generar contradicción.
Te invito a leer hasta el final para comprender la importancia de TODAS las fases para construir tu negocio personal.
La idea general es esta:
Muchos procesos vitales (incluso nuestro desarrollo biológico) tiene este ciclo: cuando somos bebés y niños tenemos el chip explorador: experimentamos con la realidad, jugamos, inventamos, rompemos y arreglamos.
Cuando crecemos, una vez que “nos aburrimos de explorarlo todo” elegimos algunas cosas que nos gustan o generan curiosidad y nos obsesionamos con ellas. Se convierten en nuestras pasiones.
Si tuvimos «suerte» dedicamos el resto de nuestra vida a desplegar nuestras pasiones de forma generosa y creativa con el mundo que nos rodea.
Y cuando no hay más que desplegar, nuestra energía vital se extingue.
También se puede ver en las estaciones… La primavera es una época en la que todo florece y da fruto, crecen en el verano, maduran en otoño y mueren en invierno.
El punto es que no deberíamos (salvo excepciones) esperar que una planta florezca en invierno ni muera en primavera. Los ciclos tienen un sentido y si bien a veces se solapan durante algún tiempo, cuando miramos el año entero suelen quedar bien marcados.
Ahora que se entendió volvamos: el negocio personal tiene estas 4 fases.
Vamos a ver qué hitos definen el inicio de cada fase
El primer hito es el del nacimiento, creación. Ese día que diste tu primer pasito. Y en el primer tiempo lo fundamental es explorar, leer, consumir contenidos, aprender “un poco de todo”… en una palabra EXPERIMENTAR.
El objetivo es bastante simple: no importa lo que los demás digan sobre algo, importa lo que tú experimentas al hacerlo. Biológicamente tienes una predisposición, una atracción natural a ciertas cosas. Tu cuerpo “te hace sentir” la curiosidad, el interés y la atracción.
Muchas personas (y negocios) nunca maduran por sobre esta fase y son eternos adolescentes (egoístas)… y ahí es donde vamos a pararnos para encontrar el hito que marca el fin de la fase de experimentación para pasar a la de intensidad.
La elección. Hay un momento en el que decides (consciente o inconscientemente) que has visto, vivido o experimentado suficiente. Que necesitas más, pero que no puedes más de todo, sino que tienes que elegir «más de qué». Por eso se llama intensidad la siguiente fase.
Fruto de la elección, tomas tu foco disperso y eliges dónde concentrarte. Aquí es donde encuentras nuevas profundidades. Donde dejas de ser un simple explorador y empiezas a sentirte un aprendiz. Donde incorporas cambios en tu vida, en tu negocio, en tus procesos y forma de pensar.
Esta fase busca esa conexión única, fuerte y “sin fondo”. Aquí es donde la intuición juega el papel más fundamental de todos… porque claramente nadie te vendrá a decir: tienes que elegir esto o aquello. Eres tú. Aquí es donde eso que en la fase anterior se veía como un interés se transforma en una pasión y esa pasión en propósito (como bien describe Stephen Kotler).
El fin de esta etapa se da cuando encontramos por dónde se desenvuelve nuestro propósito con nuestro negocio personal.
Porque justamente con esa conexión fuerte con nuestro propósito somos capaces de VER, discernir qué cosas son necesarias y qué cosas no para no caer en el síndrome del objeto brillante.
Estamos ante una de esas decisiones “para toda la vida” (a largo plazo).
Podríamos decir que la intuición sigue jugando un papel fundamental, pero ahora se suman las pruebas de lo que experimentaste previamente (en la etapa de exploración) al profundizar en el propósito.
El síntoma de que vas por el camino correcto es una sensación de disfrute y flow con lo que haces. Aún en medio de desafíos y circunstancias desfavorables (especialmente ahí).
Así es que llegamos a la etapa de constancia. Constancia no quiere decir estancamiento o hacer siempre lo mismo, más bien todo lo contrario.
El mundo evoluciona y tú con él. Continuamente aparecen nuevas formas, recursos y sistemas que alimentan positivamente el despliegue del negocio y tu propósito.
En esta instancia tienes un dominio muy grande de las virtudes y habilidades que te hacen desplegar tu negocio personal. La constancia te permite nunca quedarte atrás.
Este momento vuelves a depurar tus “pasiones” y te quedas con una central. Sobre ésta, sigues construyendo. Pero la base está clara, definida y sólida. Es tu propósito.
¿El riesgo de esta fase? La falta de creatividad. Muchas personas se aburren de hacer «siempre lo mismo» y lo peor que podemos hacer es crear rutinas y sistemas que quitan lo que disfrutamos y maximizan alguna otra variable. Necesitamos trabajar la paciencia, confianza y autoconocimiento. Serán claves para nunca estancarse.
Y llega un momento en el que ese propósito llega a su fin… logró su misión. Cerró su ciclo. Pero esto no quiere decir que haya terminado, sino que necesita cerrarse para volverse a abrir. Como el árbol que pierde todas sus hojas para darle paso a las nuevas.
El paso por “la muerte” del negocio personal puede tener muchas formas, en lo personal lo viví como un momento de mucha frustración en el que me daba cuenta de que nada de lo que estaba haciendo aportaba a la evolución de mi negocio personal, al cumplimiento de mi propósito (aún cuando no lo llamaba así).
Frustra mucho dar lo mejor de sí, con habilidades bien desarrolladas, en los lugares correctos… y aún así “no avanzar”.
La muerte suele tomar forma de “pausa”. De una verdadera pausa. En mi caso incluyó echar a todos mis clientes, dejar de trabajar con agencias y los viajes. Tomar la decisión de vivir de “los ahorros” que había generado en el verano y mirar para adentro.
Luego de 3 años de pasar por curiosidad, intensidad y constancia me llegó la hora más temida.
El obstáculo más grande es la negación. Es el creer que vamos a encontrar la respuesta o el camino haciendo cuando en realidad lo que necesitamos es parar para ganar claridad.
Pausar sin un verdadero objetivo puede destruir tu negocio.
Algo que ayuda en las pausas es definir el tiempo que durarán y las cosas que efectivamente dejaremos atrás y las que no. El punto es que necesitamos espacios “sin nada que hacer” para escuchar y ganar claridad.
Y cuando vuelves a ganar claridad, cuando las cosas se ubican vuelves a la etapa de exploración. Descubres nuevas profundidades, con una madurez y una conexión que no tenías cuando iniciaste.
Suele suceder que vuelves a leer los mismos libros y te das cuenta que decían mucho más de lo que habías percibido.
Esto no es algo que se te escapó la primera vez… es algo que no tenías la capacidad de procesar ni gestionar a la primera.
Sé que esto suena un tanto etéreo. Voy a ir compartiendo ejemplos y conversaciones en los que esto se ve claramente.
Por lo pronto te invito a pensar algún proceso importante, que te haya llevado años. Puede ser el estudio de una carrera, la paternidad/maternidad, un trabajo, un vínculo. Que intentes detectar las fases y me cuentes si te aportó algo de luz 🙂.